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Libros en una isla desierta

Con el verano, parece estar de moda la pregunta sobre los libros elegidos para la isla desierta, interrogante de la que no podremos salvarnos aun si arribáramos a la isla susodicha. Para ese curioso lector, mi respuesta: abandónenme con un manual de navegación y uno de construcción de balsas. No me seducen el sol, el calor, la arena y el aislamiento forzado siquiera imaginario, y mucho menos el monólogo hamletiano con un balón de volibol.
  1. 20/08/2008 a las 3:54 am.

    jah!!!
    y te sobra razón
    un manual de balseros, pateras o náufragos es lo que toca

    dejémonos de romanticismo

    desde un aISLAmiento voluntario

    aprendiendoa hacer peñeros

  2. Víctor Azuaje
    20/08/2008 a las 5:28 pm.

    ¡Oh Gata Insomne en la Isla populosa!

    Te juro que no pensé en tu isla cuando escribí lo anterior, sino en una ciudad digamos más peninsular: Maracaibo. (Ahora saldrá Natasha a vindicar el terruño.) De cualquier manera, aprecio la empatía y la confirmación de una persona experimentada en esas geografías y quehaceres (los de peñeros o balsas, me refiero), aunque en tu caso signifique privarme de magníficas fotos.

    Saludos.

  3. 24/08/2008 a las 3:55 pm.

    Con razón sentía una molestia en el oído derecho. No diré nada que vindique el terruño, Víctor, porque sucede que estoy de acuerdo contigo: eso de leer por placer en una isla desierta es posible cuando ya se haya descartado todo posible rescate o escapatoria. Por otro lado, alguna vez leí una lista en el blog de Ivan Thays sobre qué leer en la playa y esas cosas. Tiene que ser algo digerible, sin duda. No tuve vacaciones, pero confieso que en diciembre me gustaría releer con gusto las obras que trabajé en mi maestría. Las novelas de Alberto Fuguet parecen ir bien con una ida a la piscina, con un Speedo de dos piezas, Ray-Ban y Coppertone incluidos.

  4. Víctor Azuaje
    25/08/2008 a las 12:45 am.

    Querida Natasha:

    En diciembre me quedará envidiarte, porque estoy por los lados de la gélida New York, más hacia la frontera norte, donde el Coppertone y el Speedo son algo extravagantes, cuando no insalubres. Pero si la Gata y tú se reúnen en la Isla, desierta o no, no olviden enviarme sus fotos, con dos piezas o más -menos no, porque debo preservar mi muy bien llevada relación matrimonial, pero sobre todo mi integridad física.

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